Vaga siempre en cualquier sueño, de miradas controvertidas. Acecha o suele hacerlo a veces por las mentes más dormidas. Pero ya nada ni nadie puede parar su torrente y los hombres más decentes se aparentan tan inertes.
Como siempre, enmudecido, va buscando algún fragmento, de problemas, de agujeros, que nada temen al viento.
Despiertan casi siempre en trance, y nunca se vuelven atrás. Ya no hay nadie que les mire y no vea nada más. Va dejando ese rastro en los ojos y quizá, vuelva luego a recogerlos y no baje nunca ya.
Lo mira todo su mente y nada deja escapar. Lo dicen todo sus ojos, que siempre van más allá.