No espera nunca a nadie y no se
entiende con la gente, que siempre corre hacia el viento porque se
siente más fuerte. Y sueña, que nunca puede parar, sueña que a
veces corre hasta volar. Que no da lugar a dudas y su nombre suena
inerte, cualquiera entiende locura ante los ojos de la gente.
Y le miran cuando vuela, le miran por
ser diferente. Siempre había soñado con ser nombrado mil veces. Y
de nuevo callan las palabras ante el cielo, que nadie quiere vérselas
con el que borra sus miedos. Que por nada lloran amapolas en sus
ojos, y de nuevo visten luego como siempre de ese modo.
De nada sirve callar gritos a sus
espaldas, si otra vez ante sus ojos nadie puede ya ocultarlas.
Que la calma de lugares infinitos con
la lluvia enmudecidos no hará ver un nuevo mundo en los lugares más
perdidos. Y si miras detenidamente al cielo lo verás tan solitario
como siempre en cualquier duelo. Que aunque vuele incomprendido por
los ojos del que mira, no hará falta que te asustes con su mirada
perdida. Que siempre busca ayudar a las almas enmudecidas.
Y ahora se siente vacío a falta de su
propia vida.
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